Cualquier persona recibe, sino a diario, sí semanalmente envíos en sus casas. Bien desde plataformas de compras, desde tiendas de retail o desde supermercados a los que no tienen tiempo de acudir presencialmente para escoger qué deben consumir la semana siguiente.
Muchas veces, sin embargo, ni el envoltorio ni la experiencia procedente de la apertura de esos paquetes son satisfactorios, en parte por la inmediatez con la que se vive cualquier cosa y también por la necesidad de saber si ha llegado en buen estado.
Quien pide algo a través de internet no se da cuenta de todo lo que supone crear la infraestructura para que llegue a sus manos. Pero, de alguna manera, éste puede ser el momento adecuado para dejarse ver. Lo que supone una enorme oportunidad para quien vende online si dispone de la infraestructura adecuada para centrarse únicamente en lo importante: conseguir nuevos clientes.
Vamos hacia una economía circular, donde la segunda mano irá y vendrá de manera constante de un hogar a otro, lo que supone que la prenda no solo llegue en las condiciones anunciadas sino también en un formato que despeje cualquier duda al primer vistazo. Si debemos usar recursos propios para el doblado, la limpieza o el almacenaje, perderemos tiempo y dinero.
Casi todo el mundo en la alimentación, por ejemplo, conoce la importancia de un buen packaging. Pero en ocasiones pierde el impacto inicial al presentarlo en una caja al uso por no ser capaz de almacenar la que querría en ningún lugar. Y es ahí donde entra una de las cadenas de valor de AWIPIK, dando tiempo para que la logística ofrezca oportunidades de centrarse en el diseño.

El momento de la entrega es crucial. Cómo y con quién trabajemos dejará huella en el cliente, que si recibe un feedback positivo desechará opciones más clásicas para apostar por un nuevo concepto.
Poner en valor la entrega de última milla en vehículos sostenibles añade un impacto positivo a la marca, al tiempo que quienes la utilizan se sienten cercanos a la misión de cuidar el planeta para las futuras generaciones.
Vamos hacia la era del teletrabajo, pero eso no significa que la gente esté a cualquier hora en su casa. Pequeños puntos de recogida en diversos lugares accesibles pueden hacer mucho más cómoda la transacción, pero también ahorrar tiempo a las personas que deben hacer entregas.
Habrá almacenes urbanos, pero no puede ser a cualquier precio. La integración con los colores de los barrios y la sostenibilidad en su construcción y uso (eléctrico, por ejemplo) supondrá una diferenciación respecto a las clásicas naves impersonales de polígono industrial.
Todas estas facilidades animarán a más personas a poder emprender con un ecommerce desde casa. Porque con solo una idea y un socio estratégico podrán poner en marcha un negocio en muy poco espacio de tiempo.
Además, si no deben preocuparse por aspectos que no controlan podrán centrarse en aquello que les hace distintos, generando oportunidades de manera constante y convirtiéndose en un acompañante de largo recorrido.